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Prefacio e Información General
Hiram Bingham III
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QORIKANCHAEl célebre Templo del Sol del Qosqo fue y es en la práctica una síntesis de la organización, arquitectura y religión inkásica, que al momento de su construcción ya habían alcanzado la cúspide de su nivel; muy probablemente haya representado el centro del "Ombligo del Mundo" y por ende el centro del mundo, en la cosmovisión prehispánica andina. De acuerdo a nuestra historia fue el primer Inka, Manko Qhapaq quien edificó el primigenio templo; pero fue el noveno, Pachakuteq quien a partir de 1438 reconstruyó, agrandó, mejoró y modernizó el más importante complejo religioso del extenso Inkario. Existen ciertas discrepancias en cuanto al nombre original del complejo, y aunque éstas no son excluyentes causan una relativa confusión; con frecuencia en las crónicas y tratados de historia se encuentra el nombre de Intiwasi (inti: sol, wasi: casa) que significa "Casa del Sol"; también se usa el nombre de Intikancha que significaría "Palacio del Sol", esto considerando que casi todos los palacios inkásicos poseían el sustantivo "Kancha"; mientras que su denominación más popular es Qorikancha que significaría "Palacio de Oro" o "Palacio Dorado". María Rostworowski aduce que el Templo antiguo era conocido como "Intikancha" y después de Pachakuteq como "Qorikancha". Todos los cronistas coinciden en manifestar que fue extraordinaria la calidad del edificio hecho con andesita basáltica de coloración grisácea proveniente de las canteras de Waqoto y Rumiqolqa; con el tipo de aparejo "Sedimentario" o "Inka Imperial" que es la máxima expresión de la arquitectura en la América pre-colombina. Los muros son de piedras entre medianas y grandes cuya superficie exterior es rectangular, y estructura horizontal rectilínea que en los más importantes templos no exhibe perfiles con pronunciada convexidad; con uniones o juntas pulidas entre piedras, tan perfectas que no permiten la introducción ni de "una hoja de afeitar". Tienen una estructura transversal "amarrada", es decir con llaves o grapas de bronce con forma de "H" en las uniones interiores que aseguraban las piezas líticas evitando desplazamientos horizontales dañinos en caso de movimientos sísmicos; con una estructura vertical decreciente, es decir con piedras de mayor volumen en la parte inferior que disminuyen de tamaño progresivamente hacia arriba. Los muros tienen en la base mayor ancho que en el extremo superior; con su clásica inclinación hacia el interior (no existe una medida o regla general para tal inclinación) en armonía con la forma trapezoidal de sus puertas, ventanas y nichos; que además hace que las paredes se soporten entre sí mismas formando una estructura resistente, sólida, antisísmica, que fue capaz de resistir los dos grandes terremotos posteriores a la invasión española (1650 y 1950) que trajeron por tierra toda construcción colonial de "cal y canto". Hoy en algunos muros inkásicos del complejo se advierten algunas pocas grietas en ciertas paredes que no son producto del mal cálculo o técnica del arquitecto Inka, sino simplemente consecuencia de los cambios llevados a cabo en la colonia, los terremotos y sobre todo el intemperismo y erosión posterior a ellos. Según algunos estudios las paredes finamente labradas tenían una continuación de adobes en la parte superior formando hastiales con fuerte inclinación para facilitar el deslizamiento de las aguas pluviales en techumbres fabricadas a base de madera y recubiertas de "ichu" o paja brava, con aleros que sobresalían una "braza" de la pared (1.60 m. aprox.), techos cuyo aspecto modesto era remediado en los días festivos cuando eran cubiertos con vistosas mantas multicolores confeccionadas con plumería especial. Gasparini cree que la muy mencionada por los cronistas "cenefa de oro" que servía de corona circundando todo el contorno superior externo del templo servía además para disimular la diferencia entre el fino muro de piedra y el superior de adobe. El piso de los exteriores del Templo debió estar completa y finamente empedrado mientras que el piso interior de los recintos seguramente fue fabricado en arcilla quemada, a manera de un bloque cerámico sólido a semejanza de los pisos tratados encontrados en Machupicchu. La puerta principal del templo daba hacia el noroeste, casi en la misma posición de la actual entrada al convento de Santo Domingo y daba hacia el Intipanpa ("Plaza del Sol") que hoy ocupa la pequeña plazuela de enfrente. De acuerdo a los cronistas éste era un complejo religioso constituido por templos dedicados a divinidades diversas, tenía una disposición muy similar a una clásica "kancha" (con recintos alrededor de un patio central); complejo en el que según Cieza de León, todas las portadas y puertas estaban enchapadas con planchas de oro. Resaltaba en el complejo el Templo del Sol propiamente dicho que ocupaba el terreno hoy ocupado por la iglesia católica de Santo Domingo; su extremo oriental ha sido totalmente demolido mientras que el occidental aún subsiste en parte formando lo que se denomina el "tambor" es decir la pared semicircular que da hacia la actual calle Arrayán; el Templo del Sol tenía sus cuatro paredes y aún el enmaderamiento del techo totalmente cubiertos con planchas y tablones de oro, de acuerdo a la descripción de Garcilaso debió ser de planta rectangular, con techumbre de madera y paja muy alta para facilitar la ventilación. Cabe destacar que quien más detallada información sobre el tópico brinda es el ínclito cronista cusqueño Garcilaso Inca de la Vega, que escribió como él mismo lo indica "...lo que mamé en la leche y vi y oí a mis mayores(sic)...". En su pared oriental debió estar el "Testero" (frente, fachada) o altar principal que como es ampliamente conocido contenía la representación del Dios Sol en una plancha de oro con la forma de un "rostro redondo y rayos y llamas de fuego" tan grande que abarcaba todo el frente del templo de pared a pared; representación solar que en la repartija de tesoros entre los conquistadores tocó en sorteo a Mancio Sierra de Leguísamo, un jugador empedernido que la perdió en una noche jugando dados, acontecimiento por el cual nació el refrán "juega el sol antes que amanezca". Sarmiento de Gamboa aduce que Pachakuteq ordenó que el Sol ocupase el sitio principal con la representación del Dios Wiraqocha a su diestra y de Chuquiylla (debe ser "Chuki Illapa"), el relámpago a su izquierda. En ambos lados de la imagen del Sol se encontraban los "Mallki", momias o cuerpos embalsamados de los Inkas muertos, por orden de antigüedad, en posición fetal y sobre literas de oro macizo. En la cosmogonía andina se consideraba que la Luna o Mamakilla era la esposa del Sol, razón por la que el Templo de la Luna se ubicaba al lado oriental del Templo Solar; tenía planta rectangular y con arquitectura de la mejor, desafortunadamente fue casi totalmente destruida para dar paso a la construcción de la iglesia católica, aún se observa una de sus puertas y el muro del extremo oriental con sus clásicos nichos trapezoidales y la huella de la banda horizontal en medio de ellas que según se cree es la zona de apoyo de las planchas de plata que cubrían totalmente sus paredes. En medio del templo se encontraba una representación de la Luna hecha en plata y a ambos lados de ésta los cuerpos embalsamados de las reinas difuntas o Qoyas, por orden de antigüedad. Al costado oriental del Templo de la Luna, dividido por un estrecho pasaje con una impresionante puerta de doble jamba que en una de ellas posee una piedra con 14 ángulos en sus caras exteriores, se encuentra el Templo de Ch'aska y las Estrellas (Ch'aska = Estrella Venus). Es indudable que en el Inkario las estrellas fueron deidades muy especiales consideradas "criadas de la Luna" que jugaban un papel preponderante en la observación astral y predicción del futuro en relación al clima, agricultura, prosperidad, bienestar, etc., tal como ocurre en la actualidad cuando los campesinos de los Andes observan el brillo estelar de constelaciones diversas para así poder predecir su futuro; por ejemplo, casi siempre cuando algunas estrellas tienen mucho brillo significa que en la próxima temporada agrícola habrán sequías. Tres de los muros del Templo se encuentran casi completos, el cuarto muro que da hacia el occidente ha sido reconstruido con las características originales ya que había sido derribado en la colonia. (En la actualidad en lo posible se trata de hacer sólo restauraciones con el material o piedras originales centrándose más en trabajos de solidificación y protección del monumento. Por su parte una reconstrucción se ejecuta con técnicas y material nuevos o modernos con las formas o diseños originales resultando una construcción nueva con sabor antiguo, es en cierto modo un engaño). El Templo de Venus tiene un tamaño considerable; está circundado por 25 nichos trapezoidales que como en todos los casos debieron servir para acomodar en ellos algunos ídolos, ofrendas y elementos relacionados al culto de las estrellas. También aquí en medio de los nichos es visible la franja horizontal que es el recuerdo de los "tablones" de plata que recubrían este Templo; además, todo el techo interior del recinto ostentaba representaciones de estrellas de tamaños diversos a "semejanza del cielo estrellado". Tenía dos puertas de ingreso bastante altas y en la pared en medio de ellas se encuentran dos nichos trapezoidales muy especiales que tienen labraduras de bandas y hoyos alrededor, a los que Garcilaso llama "tabernáculos", uno de ellos da hacia el interior y el otro hacia fuera pero ocupan la misma altura en ambas caras de la pared, originalmente estaban enchapados con planchas y tablones de oro, y "...En las esquinas de las molduras había muchos engastes de piedras finas esmeraldas y turquesas..." (sic). En una porción de la pared de piedra, hoy se aprecia un estuco blanco de yeso con pinturas murales que son un recuerdo de la ocupación colonial de este magnífico Templo cuyas paredes fueron utilizadas como cimientos para la construcción colonial de adobe que aún se observa sobre el muro del fondo. Frente al Templo de las Estrellas, al otro lado del actual patio central se encuentra el Templo del Dios Illapa o Chuki Illapa que era considerado "criado del Sol". Illapa es una deidad que se compone de tres elementos interdependientes: el rayo, el relámpago y el trueno; de acuerdo a la tradición se consideraba que Illapa era el Dios de las Aguas cuyo adoratorio estaba guarnecido en oro. Tiene 3 puertas trapezoidales de jamba simple y su actual pared lateral noroccidental ha sido parcialmente reconstruida siguiendo sus características originales. Este recinto es más pequeño que los templos anteriormente descritos, con paredes que poseen los clásicos nichos trapezoidales y dos ventanas en sus muros laterales; llaman la atención las molduras esculpidas en la parte superior de la pared frontal cuya función original es desconocida. Al occidente del Templo de Illapa se encuentra otro cuyas dimensiones y características originales fueron idénticas al anterior pero que fue parcialmente mutilado en su porción noroeste para poder construir parte del convento dominicano; éste era el Templo de K'uychi o Arco Iris que fue otra divinidad importante en el Inkario porque se consideraba que procedía del Sol y por eso los reyes Inkas lo adoptaron como divisa y blasón porque se jactaban descender del Sol; se asegura que en el Tawantinsuyo se utilizaba una Unancha, es decir una divisa o bandera que tenía los 7 colores del Arco Iris, bandera que ha sido reivindicada y es hoy utilizada como el pendón de la ciudad del Qosqo. El Templo estaba totalmente adornado con oro y en uno de sus muros existía un Arco Iris pintado sobre las planchas de oro que cubrían la pared de canto a canto. En los Andes peruanos cuando los niños campesinos ven un Arco Iris en el cielo inmediatamente se cubren la boca con las manos o simplemente le dan la espalda porque se cree que este multicolor fenómeno al descubrir los dientes los gasta y pudre; creencia que tiene vigencia desde épocas inmemoriales. En la pared lateral oriental existe una ventana trapezoidal que coincide exactamente en tamaño, forma, altura y nivel con las otras dos del Templo de Illapa, creando una perspectiva perfecta; las tres ventanas están niveladas, para ello se utilizaron niveles en base a agua depositada en un recipiente cerámico con dos hoyos a manera de visores en extremos opuestos que constituían un rudimentario pero útil nivel o teodolito. Entre los Templos de K'uychi e Illapa existe un espacio abierto en cuya pared posterior se observan tres canales finamente labrados a los que la tradición e imaginación popular denominan "canales fónicos" y que al ser golpeados emiten "notas musicales diferentes"; lo cierto es que esos canales que están al nivel del piso original sirvieron para desaguar las aguas pluviales concentradas en el patio central del complejo, canales similares son encontrados en todos los complejos o construcciones que no tenían techos. Dentro del complejo debieron además existir un aposento para el Sumo Sacerdote o "Willaq Uma" y los demás de menor jerarquía, y espacios para albergar a los ídolos diversos de las naciones o pueblos sometidos o incorporados que eran traídos y concentrados en el Qorikancha, permitiendo así el culto de los vencidos, de tal modo que si habían intentos de rebelión en las naciones conquistadas las represalias en el Qosqo eran contra sus dioses, produciéndose así la intimidación religiosa que le dio muchos frutos al Inkario. En el sector sur de todo el complejo existían andenes que abarcaban aún hasta el borde del canalizado río Saphi (hoy el río discurre en un canal subterráneo debajo de la Avda. el Sol); terrazas o andenes que formaban parte del Jardín Solar del Qorikancha que probablemente sea lo más extraordinario y rico que se encontraba en el templo. Este era un jardín muy especial porque contenía elementos de la flora y fauna regional y aún personas representados en tamaño natural pero en oro y plata, los cronistas indican que fueron muchos los animales desde insectos hasta mamíferos; muchas fueron las plantas, desde flores pequeñas hasta árboles nativos; muchos los niños, hombres y mujeres, y numerosos otros objetos en metales preciosos que fueron fabricados por los orfebres Quechuas y ocupaban este jardín excepcional. Hasta hace algún tiempo se aducía que los cronistas habían escrito muchas mentiras y fantasías sobre esto, sin embargo las excavaciones arqueológicas en el lugar han ido demostrando paulatinamente la certeza de que todo aquello, al haberse encontrado algunas piezas vegetales y animales hechos en oro. Sólo queda imaginarse la magnificencia, calidad y cantidad de objetos que este jardín debió poseer y que dejó pasmados a los conquistadores que lo vieron, objetos que fueron recolectados formando parte del botín de la conquista y después fundidos para transformarlos en monedas o lingotes para facilitar su transporte hacia España; esa es una de las razones porqué en los museos del Perú no se exhiben muchos objetos en metales preciosos de factura inkásica. Es indudable que el Qorikancha fue el más rico, elaborado y deslumbrante templo del Inkario; aquí se concentraba el oro y plata de todo su territorio, los metales llegaban en forma de ofrendas para la Ciudad Sagrada y el Templo. En el Inkario los metales preciosos no poseían un valor económico pero sí religioso; existían otros elementos aún más valiosos que el oro, por ejemplo las conchas marinas de colores o "mullu" (Spondylus sp.) que provenían de las costas ecuatorianas que eran muy valiosas porque representaban la "Qochamama" o "Madre Mar". El oro del Inkario se extraía de vetas o minas diversas y otra importante porción era "lavada" en los ríos amazónicos donde el oro se halla en forma de polvo o pepitas mezcladas con la arena, el polvo era concentrado o reunido con mercurio y luego quemado a altas temperaturas para desprender el mercurio del oro; la utilización del mercurio entre los Quechuas fue bastante controlada debido a su nocividad. La plata es aún abundante en los países andinos que tienen una importante producción de ese metal. Además, en este extenso complejo existían 5 Fuentes de Agua límpida transportada mediante canales subterráneos cuyos manantes o puntos de captación se mantenían en completo secreto; fuentes de agua que tenían un carácter ceremonial al considerarse que el agua fue otra deidad en la religión andina; también estaban adornadas con metales preciosos y tenían los caños de oro, algunos pilares de piedra y tinajones de oro y plata. Por falta de mantenimiento y la sistemática destrucción el agua se fue secando; Garcilaso indica que alcanzó a ver sólo una de ellas, la última que todavía los dominicos utilizaban para regar su huerto. A partir de 1975 mientras se hacía la reconstrucción del convento e iglesia coloniales se hacían también excavaciones en la zona de los jardines, que finalmente hicieron posible encontrar una de las 5 fuentes originales más abajo del pie del "tambor solar", el agua todavía discurre por sus canales y está primorosamente labrada; es posible que en el futuro se encuentren restos de las otras descritas por Garcilaso. Hasta 1990 la mayor porción del territorio del Jardín Solar estaba cubierto por construcciones diversas; la Municipalidad del Qosqo adquirió los terrenos y construcciones del sector y se llevaron a cabo trabajos de excavación arqueológica con la finalidad de desenterrar nuestro pasado y sacar a luz lo muy poco que quedó de la grandeza del complejo, que al decir de Cieza de León, "...En fin, era uno de los ricos templos que hubo en el mundo." Hoy, en medio del patio central del claustro conventual se exhibe una fuente labrada de forma octogonal en una sola pieza pétrea de andesita que de acuerdo a algunos historiadores tiene factura Inka; sin embargo, la forma y características de la citada fuente no son clásicas en la lítica Inkásica; por lo que, si fue labrada en el Inkario debió poseer otra forma que fue transformada en la colonia. De igual modo hoy se aprecian alrededor de claustro muchos lienzos que representan la vida de Santo Domingo de Guzmán. Al producirse el reparto de casas y palacios durante la invasión española, el Qorikancha correspondió a Juan Pizarro quien lo donó a la Orden de Dominicos representados por el primer Obispo de la Ciudad fray Vicente Valverde, quienes inmediatamente procedieron a la construcción de su iglesia y convento sobre el más importante Templo Inkásico demoliendolo en gran parte para adaptarlo a su nuevo uso. Aquella primigenia iglesia fue devastada por el terremoto del 31 de marzo de 1650 para posteriormente iniciar paulatinamente con la actual estructura erigiendose la torre en 1780 con un barroco profuso, bajo la dirección de Fray Francisco Muñoz. El 21 de mayo de 1950 se produjo otro violento terremoto que destruyó gran parte del convento y la iglesia al igual que su torre dejando al descubierto muchas estructuras inkásicas y el interior del "tambor solar"; en aquella época un fuerte "movimiento indigenista" sugirió la reubicación de la iglesia y la reivindicación del Templo del Sol; lástima que el poder político de la iglesia impidió aquel intento por despejar las ruinas del mayor adoratorio del Tawantinsuyo.
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